5.2. CONCEPTOS BÁSICOS DE SOCIOLOGÍA POLÍTICA










La república, estado, estado de bienestar, gobierno, poder y partidos políticos
Un concepto clave para entender la política en España y en Europa occidental es el de Estado de Partidos. Coloquialmente conocido como partidocracia, que científicamente puede ser denominado oligocracia de partidos.
Para poder entender de qué se trata el Estado de Partidos, como para entender cualquier otra idea o noción, hay que empezar por encontrar su definición adecuada, y es que como dijo Ayn Rand en su libro, “El manifiesto romántico”, la necesidad de definiciones que tiene el hombre, se asienta en la Ley de identidad, en el hecho de que A es A, las cosas son lo que son. Las definiciones son las guardianas de la razón, la última barrera frente al caos de la desintegración mental.
En otra obra suya, “Capitalismo: El ideal desconocido”, nos dice, asimismo, que el propósito de las definiciones es mantener las unidades que integran un concepto diferenciadas del resto de conceptos y permitir la identificación de los referentes en la realidad, de dicho concepto.
En palabras más simples, saber sobre qué está uno pensando y qué está diciendo.
El concepto de Estado de Partidos es una especie relativa al género de las Formas de Gobierno.
Dicho esto, la definición de Estado de Partidos es: Forma de Gobierno oligocrática u oligárquica que eleva el consenso socialdemócrata a factor constitutivo de gobierno, integrando a las masas en el Estado a través de los partidos políticos.
Desgranando cada uno de los conceptos que conforman esta definición entenderemos la naturaleza de tal idea.
Forma de Gobierno:
La forma de gobierno es el modo en el que están organizadas las relaciones del poder político en una sociedad dada, las reglas del juego político que articulan las relaciones del poder político.
La forma de gobierno propia del Estado de Partidos es oligocrática u oligárquica. “Oligo” es un término  griego que significa pocos o concentrando en unos pocos, y “Kratein”, que significa poder, poder político.
La oligocracia es el poder político de unos pocos. Como bien dijo Aristóteles, en su Política, el poder de unos pocos para satisfacer sus intereses particulares.
La siguiente característica es el consenso político, en este caso de corte socialdemócrata.


¿Que es el consenso?
Para entender el consenso acudamos nuevamente a lo que nos dice, la filósofa ruso- norteamericana, creadora del Objetivismo, Ayn Rand, en el ensayo “El nuevo fascismo: Gobernar por consenso”, incluido en su libro: Capitalismo. El ideal desconocido.
“Si algún demagogo fuera a ofrecernos hoy, como un credo normativo , las siguientes normas: que la verdad debe ser sustituida por la estadística, los principios por las decisiones mayoritarias, los derechos por las cifras, y la moral por encuestas, que la conveniencia pragmática del momento debería ser el criterio de intereses de un país, y que el número de sus adherentes, debería ser el criterio de veracidad o falsedad de una idea, que cualquier deseo, de cualquier naturaleza, debe ser aceptado como una reclamación válida, siempre que lo haga un número suficiente de personas, que una mayoría puede hacer lo que le plazca a una minoría, en pocas palabras, Gobierno de pandilla, [….], todo ello está contenido en la noción de Gobierno por consenso.”
En otras palabras, el consenso en la política es el desligar de la política toda preocupación por la verdad, por la moralidad, y sustituirlo por la mentira de Estado, por el fraude sistemático, por el cinismo, por el oportunismo, por la negación de criterios absolutos de prueba y preocuparse únicamente porque otros crean que algo es verdad si favorece determinados intereses; que el pacto, que el acuerdo, la transigencia se erija en norma rectora de la actuación política, al cual se sacrifica la verdad, la moralidad, la lealtad, las convicciones personales, el honor etcétera.



Formas de gobierno
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Democracia representativa formal
La democracia representativa (también llamada democracia indirecta, república representativa o gobierno representativo) es un tipo de democracia fundada en el principio de funcionarios electos que representan a un grupo de personas, a diferencia de la democracia directa.2​ Casi todas las democracias occidentales modernas son tipos de democracias representativas; por ejemplo, el Reino Unido es una monarquía constitucional, Irlanda es una república parlamentaria, y Estados Unidos es una república federal.3
La democracia representativa se presenta a menudo como la forma más eficiente de democracia posible en sociedades de masas, argumentando que permite una decisión eficaz por un número suficientemente pequeño de personas en nombre del mayor número. La eficiencia del servicio se puede juzgar basándose en la métrica de rentabilidad y eficacia en el tiempo. Los representantes que votan en nombre del pueblo permiten un beneficio monetario, ya que se reduce el uso de las mesas de votación, los contadores de votos, etc. El gobierno es generalmente responsable de pagar los salarios de los representantes y tendría que cubrir el costo sustancial de una democracia. Este sistema de gobierno también es eficiente en el tiempo, ya que las decisiones pueden ser tomadas por un selecto grupo de legisladores bien informados y no por la población de todo el país.3​ La democracia representativa se ha asociado conceptualmente con e históricamente instanciado por el sistema político conocido como «gobierno representativo», que nació en el siglo XVIII con las revoluciones francesa y estadounidense. Es un sistema en el cual la gente elige a sus legisladores (representantes), quienes entonces son responsables ante ellos por su actividad dentro del gobierno.4
Es un elemento tanto del sistema parlamentario como del sistema presidencial de gobierno y normalmente se utiliza en una Cámara Baja como la Cámara de los Comunes (Reino Unido) o Dáil Éireann (Irlanda), y puede ser restringido por limitaciones constitucionales como una Cámara Alta. Ha sido descrito por algunos teóricos políticos como Robert A. Dahl, Gregory Houston e Ian Liebenberg como poliarquía.56​ En ella el poder está en manos de los representantes electos que son elegidos por el pueblo en las elecciones.
Democracia representativa participativa

La democracia participativa es una forma de democracia en las que los ciudadanos tienen una mayor participación en la toma de las decisiones políticas que la que les otorga tradicionalmente la democracia representativa. La democracia participativa permite una participación ciudadana mayor que en democracia representativa pero menor que en la llamada democracia directa.
Puede definirse con mayor precisión como un modelo político que facilita a la ciudadanía su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que puedan ejercer una influencia directa en las decisiones públicas. En la actualidad se manifiesta usualmente por medio de una diversidad de mecanismos, como presupuestos participativos, consejos vecinales o comunales o consultas populares.1​ En una etapa más avanzada, el proyecto fundamental de la democracia participativa es la creación de un mecanismo de deliberaciones mediante el cual el pueblo, con su propia participación, esté habilitado para manifestarse por igual con puntos de vista tanto mayoritarios como minoritarios ... Sin negar que todo sistema democrático eventualmente ha de descansar en decisiones mayoritarias, los mecanismos o instituciones de participación tienen el propósito de hacer hincapié en el pleno respeto a las minorías, sus opiniones y su amplia manifestación a través de un mecanismo participativo e institucionalizado.

Varios ejemplos de las diferentes formas de gobierno
RINCIPALES FORMAS DE GOBIERNO

Una de las primeras clasificaciones de gobierno la formuló Aristóteles (384 - 322 aC). Consideraba que los gobiernos se dividían en formas puras y en formas impuras. Para establecer su clasificación él toma en cuenta el número de gobernantes y la manera de ejercer el poder. Así tenemos:

a) Las formas puras: Buscan el bien común y practican rigurosamente la justicia. Son:

Monarquía: Gobierno de una sola persona para el bien de toda la comunidad.

Aristocracia: Gobierno de los mejores para el bien de toda la comunidad.

República o Politeia: Gobierno de todo el pueblo para el bien de la comunidad.

b) Las formas impuras, llamadas también rechazables o ilegales: Buscan el interés de los gobernantes exclusivamente. Son la degeneración de las formas puras. Son:

Tiranía: Gobierno de uno solo para su propio beneficio.

Oligarquía: Gobierno de unos pocos ricos para su propia conveniencia.

Democracia pura o demagogia: Gobierno de los muchos para su exclusivo beneficio.

Actualmente, las formas de gobierno se dividen en: monarquía, autocracia, democracia y república.

1. La monarquía: Proviene del griego
monos: uno, y arche: poder. Es el gobierno unipersonal, vitalicio y hereditario, ejercido por un jefe de Estado, que es un rey, príncipe o emperador.

Esta forma de gobierno puede ser absoluta, si el soberano ejerce en forma exclusiva los poderes del Estado, o constitucional, si otros órganos de gobierno participan y colaboran con el monarca atendiendo a lo dispuesto en una ley máxima.

Adoptan la monarquía como forma de gobierno Inglaterra, Dinamarca, Holanda, Noruega, España, Japón y Bélgica.

2. La autocracia: Proviene del griego
autokrateia, de autos: uno mismo, y krateia: fuerza, poder. Es el gobierno absoluto, en el que el poder se encuentra en manos de una autoridad arbitraria, cuya voluntad es la ley suprema. La autocracia puede clasificarse en:

Regímenes totalitarios, caracterizados por la concentración absoluta del poder en el aparato del Estado, lo que permite controlar completamente todas las actividades de la población. El fascismo italiano, el Estado Nacional Socialista alemán y el comunismo en la ex Unión Soviética adoptaron este régimen.

Regímenes autoritarios, caracterizados por un pluralismo político limitado, que permite la existencia de algunos partidos políticos más o menos afines a sus principios. Las dictaduras latinoamericanas del siglo XX son una forma de régimen autoritario.

3. La democracia: Proviene del griego
demokratia, de demos: pueblo, y kratia: autoridad. Es la forma de gobierno en el que todos los miembros de la sociedad tienen el derecho a participar en la dirección y gestión de los asuntos públicos.

Posee distintas características, entre ellas: el gobierno de las mayorías con respeto de las minorías; pluripartidismo político y pluralismo ideológico; elecciones periódicas, libres e informadas; uso de métodos pacíficos en la solución de los conflictos; alto grado de participación ciudadana, existencia de un estado de derecho.

Existen distintas formas de democracia: directa, indirecta, semidirecta, parlamentaria, real, formal y otras.

4. La república: Proviene del latín
res: cosa, y publica: de todos. Es un sistema político en el cual el poder está fundado en la soberanía popular. Las autoridades principales son elegidas y son representantes de la voluntad popular.


Finalización de un régimen democrático
Cuando llegó la gran crisis, en el 2008, descubrimos un gigantesco agujero negro de especulaciones fraudulentas, paraísos fiscales, deudas insostenibles e hipotecas basura. Los líderes occidentales del G-20 prometieron medidas ambiciosas para luchar contra los fraudes del capitalismo, formulando declaraciones solemnes que parecían alumbrar un modelo económico más justo y productivo. Cuatro años más tarde, el mundo occidental sigue tal y como estaba, dominado por una telaraña de redes financieras y especulativas. Los Estados no levantan cabeza y sus dirigentes se muestran incapaces por mejorar la situación. Se ha puesto al descubierto una segunda crisis, política, más profunda si cabe. ¿Qué le ha sucedido a los políticos?, ¿quiénes son los que realmente mandan en el mundo?
     ¿Quién tiene el poder?
     La respuesta se esconde tras las siguientes preguntas: ¿quién controla los medios coercitivos, es decir, el ejército y la policía, para imponer sus decisiones? ¿quién puede formular las leyes, que son las reglas de juego de todo sistema político, económico y social? ¿ quién es el que nos juzga en caso de conflicto? ¿quién tiene la capacidad de obtener la información más completa en todos o casi todos los ámbitos sociales? ¿quién tiene más recursos humanos y materiales para llevar a cabo sus fines? Todas estas preguntas conducen al Estado y sus agentes principales, los políticos. Al Estado es a quien hemos cedido el poder y confiamos la gestión del presente y futuro.
    ¿Quién controla el poder?
    La lógica nos impulsa a creer que, si el Estado tiene el poder, éste es controlado por sus órganos más importantes: parlamento, gobierno y tribunales. Pero me temo que no es así. Existe una organización que, actuando al margen del Estado, tiene bajo control a todos sus dirigentes (es decir, los políticos): les recibe como acólitos de una secta, les inculca sus reglas, les diseña el futuro decidiendo cuáles de ellos serán candidatos a las elecciones y, una vez confirmados por el pueblo, (tras marcar una equis en un papel) los distribuye a discreción entre todos los cargos públicos. Mientras los políticos ocupen su cargo, desde el presidente al secretario del Estado, pasando por los parlamentarios, se mantendrán fieles y antepondrán los intereses de la todopoderosa secta a los del Estado. Nunca la abandonarán. Han firmado con ella un pacto diabólico, secreto y vitalicio: dinero y privilegios a cambio de su alma de servidores públicos. ¿Quién es el lucifer que compra a nuestros dirigentes?  Los partidos políticos.
    Los partidos políticos son centros de logística, que no rinden cuentas a nadie y funcionan con reglas oscuras y juego sucio. En ellos se reúnen los políticos con los que verdaderamente mandan (por supuesto, los poderes financieros y las multinacionales), para acordar los términos de cómo ejercer el poder.  
    Los ciudadanos dimos el poder al Estado, pero el Estado está controlado desde los partidos políticos. Éstos son la plataforma de encuentro entre los futuros dirigentes y los que verdaderamente mandan, la aristocracia financiera.  
    Los políticos sirven al partido. Poco a poco los Estados han ido perdiendo fortaleza, hasta convertirse en patéticos ídolos de barro, humillados y postrados de rodillas ante los mercados de deuda y los especuladores financieros.

Totalitarismo y autoritarismo
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Los totalitarismos, o regímenes totalitarios, se diferencian de otros regímenes autocráticos por ser dirigidos por un partido político que pretende ser o se comporta en la práctica como partido único y se funde con las instituciones del Estado. Estos regímenes, por lo general exaltan la figura de un personaje que tiene un poder ilimitado que alcanza todos los ámbitos y se manifiesta a través de la autoridad ejercida jerárquicamente. Impulsan un movimiento de masas en el que se pretende encuadrar a toda la sociedad (con el propósito de formar una persona nueva en una sociedad perfecta), y hacen uso intenso de la propaganda y de distintos mecanismos de control social y de represión como la policía secreta.

Autoritarismo, en las relaciones sociales, es una modalidad del ejercicio de la autoridad que impone la voluntad de quien ejerce el poder en ausencia de un consenso construido de forma participativa, originando un orden social opresivo y carente de libertad y autonomía. La sociedad preindustrial está marcada por la imposición de una fuerte autoridad y jerarquía en todos los órdenes (religioso, político, económico, etc.), con una indiscutida autoridad masculina y paterna dentro de la familia (patriarcado, paternalismo, machismo), frente a los grados cada vez mayores de libertad y autonomía propios de la sociedad industrial y la sociedad postindustrial. En el contexto psicológico individual, pero también social, se define la personalidad autoritaria.1​ En educación, se define la pedagogía autoritaria, heterónoma o tradicional, frente a la pedagogía progresista



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